martes, 6 de septiembre de 2022

RETOMANDO EL BLOG


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Dos años han pasado desde que publiqué mi última entrada en el blog. Dos años en los que, sin embargo, no he dejado de escribir, de plantearme nuevos retos y, por supuesto, de continuar dando clase. 
¿Porqué dejé de subir entradas entonces? Posiblemente haya sido uno de los efectos colaterales de la pandemia. O tal vez se deba a que derivé mis intereses y esfuerzos literarios hacia otras disciplinas. Puede que se deba a que había agotado los temas sobre los que escribir. O quizá, simplemente, a que necesitaba parar y buscar nuevas motivaciones... 
En todo caso, he decidido retomar la costumbre de compartir mis reflexiones y experiencias sobre educación en este blog. No sé con qué periodicidad podré publicar nuevas entradas, y como no quiero comprometerme a algo que después no pueda cumplir, lo mejor es no prometer nada. Siempre que tenga algo interesante que compartir, aquí estaré. De momento, ya tengo varias ideas en mi cabeza que espero volcar estos próximos días.

Bienvenidos de nuevo a este mundo íntimo y particular en el que un humilde maestro que siempre está aprendiendo os cuenta sus inquietudes. Y gracias por estar ahí.


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miércoles, 21 de octubre de 2020

 

LA DECISIÓN DE UN “HOMBRE SABIO”*

 

19 de diciembre de 2019. Un post en Instagram provoca un seísmo mediático y la reacción inmediata, entre la sorpresa y la incredulidad, de toda la comunidad de seguidores de la liga universitaria americana de baloncesto. El emisor de ese mensaje: James Wiseman, center titular de los Memphis Tiger y, en aquel momento, candidato unánime a número 1 del draft de 2020; el contenido de la comunicación: que abandonaba el programa, contrataba a un agente y se iba a entrenar por su cuenta para dar el salto al profesionalismo.

Una decisión comprometida que suponía un duro golpe a varias bandas. En primer lugar para la universidad. En segundo, para una competición, la NCAA, que en los últimos años ha visto cómo varias de las estrellas de instituto más codiciadas optan por buscar otras vías alternativas de formación para preparar su candidatura a la NBA. ¿Por qué tomó Wiseman esta decisión? ¿Qué motivos le llevaron ello? En toda esta historia hay un nombre clave: Anfernee “Penny” Hardaway, su “coach” en Memphis. Una persona con quien Wiseman mantiene una estrecha relación desde varios años atrás y cuyos destinos parecen, parecían, indisolubles.

* Procedencia de la foto: https://www.gannett-cdn.com/-mm-/2a8dab2f984d9216037a6719ae35948ca3c3cbe9/c=0-291-3293-2143/local/-/media/2019/11/15/USATODAY/usatsports/6b8f4d8bc38b411a9a58bd542070b6bc.jpg?width=3200&height=1800&fit=crop&format=pjpg&auto=webp

Para ayudarnos a entender mejor todo este embrollo, es necesario que aparquemos de la historia, momentáneamente, la figura del jugador y nos remontemos a 2008. Aquel año, Penny Hardaway dona 1 millón de dólares a la universidad de Memphis, la cual utiliza este dinero para construir en sus instalaciones un edificio que alberga un Hall of Fame y que luce el nombre, lógicamente, de su mecenas. Este hecho llevó a la NCAA a considerar al ex jugador como “booster”, un concepto de difícil traducción al castellano, que se utiliza para calificar a todos aquellos que representan los intereses de una institución mediante la donación de recursos financieros y económicos. En este momento de la narración, esto es intrascendente, aunque tendrá un papel fundamental cuando estalle el escándalo 11 años más tarde.

Volvamos ahora al protagonista principal de nuestra historia. Y viajamos en el tiempo hasta sus comienzos, porque cuando empezó su primer año de instituto, en 2016, en la escuela “Ensworth” de Nashville (Tennessee), ya se veía que James iba a ser una estrella del baloncesto. Con sus 2’06 centímetros y 94 kilos de peso sobresalía muy por encima de sus compañeros, y no solamente en lo que a la altura se refiere, sino también por el abrumador dominio que ejercía en ambas zonas de la cancha. Tanto fue así que, ese mismo verano, la ESPN ya le colocó entre los 25 mejores jugadores de la clase de 2019. Su segundo curso en Ensworth fue más brillante todavía a nivel deportivo: terminó la temporada con un promedio de 20 puntos y 6 rebotes por partido. Y llegamos al verano de 2017…

Ese verano, Wiseman compitió en el circuito Nike Elite Youth Basketball League, un torneo en el que participan jugadores de hasta 17 años de edad, apoyado tanto por actuales estrellas de la NBA (Chris Paul o Russell Westbrook, por poner un par de ejemplos) como por otros ya retirados, cuyo principal objetivo es conocer y promocionar a aquellos jóvenes talentos que destacan en sus respectivos institutos. James se unió al “Team Penny”, fundado, como podéis imaginar, por Penny Hardaway y que él mismo dirigía desde el banquillo. Ahí comenzó la relación entre ambos, jugador y entrenador. Una relación que no estaría exenta de polémicas desde el principio.

Seguimos en el verano de 2017. En el mes de agosto, James Wiseman solicita cambiar de instituto. Deja Ensworth y la ciudad de Nashville para seguir su formación en el East High School de Memphis, donde se traslada a vivir con toda su familia gracias a la ayuda económica que les prestó Hardaway. ¿A que no adivináis quién era en aquellos momentos el entrenador del equipo de baloncesto de ese instituto? ¡Pues sí! ¡Penny Hardaway! El vínculo que se había formado entre ambos, la complicidad que tenían y la confianza que se profesaban era tal que la carrera del jugador no podía entenderse sin el paternalismo que le ofrecía su entrenador.

Pero los problemas no tardaron en llegar. En noviembre, la asociación que regula las normas deportivas de los institutos de Tennessee declaró inelegible a Wiseman y otro compañero debido a la existencia anterior de un vínculo deportivo entre ellos y el entrenador, lo cual no está permitido en la legislación deportiva del país. Eso implicaba que James no podría disputar su temporada júnior. Afortunadamente para ellos, esta decisión fue revocada por un tribunal superior, y Wiseman pudo competir con total normalidad esa temporada, demostrando una vez más su superioridad. Sus medias no dejan lugar a dudas: 18’5 puntos, 8’2 rebotes y 2’8 tapones. La relación entre el jugador y el entrenador era cada vez más estrecha. El éxito de uno dependía del rendimiento del otro, estableciéndose así una conexión íntima, pero que a la vez, podía resultar peligrosa, como ya se podía entrever  tras aquella primera sanción de 2017.



* Procedencia de la imagen: https://blacksportsonline.com/wp-content/uploads/2019/11/Wiseman-1024x766.jpg

 

Wiseman siguió creciendo en todos los aspectos. Físicamente lo hizo hasta llegar a sus 2’16 centímetros de altura y 114 kilos. Deportivamente, sus números eran espectaculares; el dominio que ejercía en la pista, demoledor y los portales especializados no tardaron en situarle unánimemente como prospect número 1 de la clase de 2019, dándole una calificación de jugador 5 estrellas, un privilegio que consigue solamente un puñado de privilegiados cada temporada. El jugador acumulaba premios y reconocimientos, lo cual le convirtió en el objetivo principal para la mayoría de las grandes universidades del país. Recibió ofertas de reputados programas como Duke, North Carolina, Louisville, Indiana o Texas entre otras, realizando visitas y entrevistas solamente a Vanderbilt, Kansas, Florida State, Kentucky… y Memphis. Estuvo muy cerca de decantarse por formar parte de los Wildcats de Kentucky, que era la favorita en todos los portales para hacerse con sus servicios, pero hubo un factor clave que le impulsó a tomar la decisión de comprometerse con los Tiger de Memphis. Y es que el 14 de marzo de 2018 habían despedido a su primer entrenador, Tubby Smith, tras dos temporadas poco exitosas. Apenas seis días después, la universidad anuncia el nombre de su sustituto, que no es otro que… ¡Penny Hardaway! Así pues, los caminos de Wiseman y Hardaway vuelven a unirse. O, mejor dicho, siguen unidos porque en realidad no habían llegado a separarse en ningún momento. El esperado anuncio por parte del jugador de que se había decidido por Memphis llegó el 20 de noviembre, tras varias visitas no oficiales a la universidad y entrevistas personales con todo el cuerpo técnico, a la cabeza del cual estaba, no lo olvidemos, quien había sido su gran mentor desde varios años atrás. Todo parecía discurrir según su curso natural y la perspectiva de Wiseman de convertirse en un gran jugador universitario creció en paralelo a las aspiraciones de Memphis de alcanzar los mejores resultados deportivos de su historia.



* Procedencia de la imagen: https://miro.medium.com/max/1024/1*q7JFGA6Q_ADAJqUYGcrd7g.jpeg

 

Sin embargo, la carrera de Wiseman en Memphis no iba a ser el camino de rosas que el gran hombre había soñado, sino todo lo contrario. Para frustración del jugador, no puede disputar los primeros partidos de pretemporada, en agosto, cuando todo el equipo viaja a Bahamas para empezar su preparación. Una lesión en el hombro se lo impide y el staff técnico decide no arriesgar. En octubre vuelve a sufrir nuevas molestias, en esta ocasión en el tobillo, así que tampoco participa en ninguno de los partidos preparatorios del equipo, ni siquiera lo hace en los entrenamientos. Y, sin embargo, los diferentes mock draft lo sitúan como indiscutible número 1 del draft, a pesar de no haber podido verle en acción todavía con la camiseta de los Tiger.

El esperadísimo debut llegó, por fin, en noviembre, cuando Memphis se enfrentó a South Carolina State, corroborando en la cancha todo lo que ya apuntó en el instituto y haciendo crecer, más si cabe, las expectativas que sobre el jugador había puestas. Sus números (28-11-2) no dejaban lugar a dudas: Wiseman iba a dominar la competición y a confirmarse como todo un potencial número 1. Por fin las cosas empezaban a irle bien en Memphis. Pero…

Tan solo tres días después llega el gran mazazo. La NCAA decide suspender al jugador y le impone una dura sanción: no disputar esta temporada con su actual universidad. El motivo: que “Penny” Hardaway había ayudado a la familia con 11.500$ para facilitar su mudanza a Memphis en aquel verano de 2017 del que ya hemos hablado antes. Se presenta como agravante, además, el hecho de que el entrenador es considerado un “booster” por la propia NCAA, y todo ello va contra las normas éticas de la competición. Wiseman no puede creer que esto le esté pasando a él. En ningún momento ha cometido ninguna irregularidad, su único “pecado” ha sido confiar en la relación que le une con su entrenador y aceptar la ayuda que este le ha estado prestando desde que se conocieron. Y, sin embargo, la sanción recae sobre él… Sus abogados y los del programa se ponen inmediatamente manos a la obra y recurren la sanción, buscando que sea revocada en su totalidad o, en caso de no conseguirlo, al menos que sea aligerada. Hardaway tampoco la acepta de buen grado y declara que el jugador seguirá jugando mientras el proceso siga adelante. Disputará dos partidos más, pero ya nada será igual. Porque la presión es desbordante, porque nadie le había preparado para esto y, psicológicamente, no está dotado con las suficientes herramientas para abstraerse de esta situación y concentrarse en el juego. Y, a pesar de ello, los números de Wiseman en esos partidos vuelven a ser más que notables. Sin embargo, las sensaciones que deja, no lo son tanto.

Porque la cabeza de Wiseman ya no está en la pista. Aunque su relación con el “coach” no se resiente, James se siente impotente. Llora todas las noches debido a una situación que empieza a desbordarle, se siente deprimido, incapaz de controlar la presión mediática que le rodea. Y ve cómo sus opciones de cara al draft empiezan a bajar mucho y teme que todavía decrezcan más si no disputa lo que queda de temporada. En su pensamiento ya empieza a barajar alternativas. Rápidamente, equipos de la liga australiana le ofrecen incorporarse a sus plantillas. También suena la G-League como un posible destino para el center. Son momentos de confusión para todos, pero especialmente para un chaval de apenas 18 años que sueña con triunfar en la NBA en poco más de un año.

Unos días más tarde, la NCAA anuncia la sanción definitiva, bastante más suave que la anterior: 12 partidos de suspensión y la donación de 11.500$ (la misma cantidad con la que Hardaway ayudó a la familia de James a mudarse a Memphis) a causas benéficas. La universidad la recurre también, pero ya se contempla con cierto alivio. De hacerse efectiva no podrán contar con su center titular durante los encuentros del calendario non-conference, pero sí empezaría a jugar tan pronto como se inicie la liga regular de su conferencia, la AAC. Y, por supuesto, el jugador estará a tope en el mes más decisivo de la temporada, marzo, cuando se dispute el campeonato regional y el Madness. Nada que ver con lo que rondaba por la mente de James, quien contempló, con rabia por no poder ayudar a sus compañeros, todos esos partidos. Quien veía cómo alguno de sus compañeros daban un paso adelante y se echaban el equipo a la espalda. Y lo peor, veía cómo ya no era el número 1 indiscutible en los mock draft, sino que otros jugadores como Anthony Edwards o Lamelo Ball, ocupaban esa posición de privilegio.



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En diciembre Wiseman toma una decisión. No volverá a vestir la camiseta de los Tiger de Memphis, abandona la universidad. Es una decisión dura, difícil, porque desde que conoció a su amigo, mentor y entrenador Anfernee Hardaway habían trabajado mucho para construir juntos algo grandioso. Soñaban con proclamarse campeones universitarios, un logro al que tenían que renunciar ahora en aras de una carrera profesional longeva y exitosa. James lo anuncia a través de un post en su cuenta de Instagram. Y desaparece…

Se marcha a Miami, donde junto a su agente y un equipo de entrenadores personales, se dedica a entrenar dos veces para semana, a pulir su técnica, a corregir sus defectos, a ganar musculación. Se aísla de los medios de comunicación para centrarse en su futuro como jugador. Desde entonces, tan solo le hemos podido escuchar en una entrevista, íntima, sincera y desgarradora, para el reputado periodista de ESPN Adrian Wojnarovsky, a principios del mes de marzo. Luego llegó el COVID y confinó al mundo entero. Y apenas hemos tenido noticias de Wiseman, ni siquiera se ha mostrado muy prolífico en sus redes sociales. Porque tras la suspensión de la liga universitaria, que no ha podido disputar sus torneos durante el mes de marzo, con el gran escaparate que ello supone para muchos de los jugadores de cara al draft; con las dudas que hay de que se puedan realizar los tradicionales “workouts”, donde otros tantos se esfuerzan y mejoran sus posibilidades de ser elegidos en una buena posición; cuando las entrevistas que realizan los equipos de la NBA con los chavales no van a ser como en temporadas anteriores… con todas esas circunstancias, la suerte está prácticamente echada para todos. A Wiseman solo le queda esperar, recuperarse psicológicamente de lo que esta temporada ha supuesto para él y prepararse para dar el salto. Quizá no lo haga como número 1, pero él sabe que con sus condiciones será difícil que salga del Top 5. Y cuando sea el momento, saltará a la cancha con su nueva equipación para demostrar a todos que es un jugador diferencial y que la decisión que tomó fue para bien. La decisión de un hombre sabio.

 

* Wise man, en inglés.


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martes, 26 de mayo de 2020

EDUCOVID (educación en tiempos de confinamiento)

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Hace semanas que quiero escribir esta entrada, pero por varios motivos (fundamentalmente, falta de tiempo por acumulación de otras tareas), hasta ahora no había podido hacerlo. Es cierto que ya se ha escrito mucho acerca de lo que ha supuesto para el sistema educativo el confinamiento y la educación a distancia, así que no sé si seré capaz de aportar nada nuevo, más allá de mi experiencia y punto de vista personal.

Empezaré por hablar de la administración. Como siempre, en su línea. En ningún momento han estado a la altura de las circunstancias. Reaccionaron tarde y mal. Las instrucciones no llegaban y cuando lo han hecho tampoco han servido para resolver las muchas incertidumbres en las que nos encontramos los docentes y los centros educativos. Medias tintas, ambigüedades, falta de concreción... y mucho delegar decisiones trascendentales en los colegios. ¿Sorprendido por ello? Pues la verdad, son demasiados años ya decepcionado con las administraciones educativas, sean del color político que sean, y del ámbito que sean (nacional o autonómico). Así que, francamente, no tenía ninguna esperanza en ellos.

En lo que respecta a los colegios, en general, y al profesorado, en particular, siendo sinceros hay que reconocer que la mayoría no estábamos preparados para un desafío tan grande. Y nos llevó un tiempo adaptarnos a la nueva realidad. Los primeros momentos estuvieron marcados por un exceso de tareas, falta de flexibilidad en la propuesta de trabajo que mandábamos a las familias y una manifiesta resistencia a abandonar (¡a pesar de la necesidad de educar a distancia!) el libro de texto y la clase magistral.

Poco a poco nos dimos cuenta de que teníamos ante nosotros una gran oportunidad para explorar nuevas posibilidades, realizar propuestas diferentes que resultaran más motivadoras para el alumnado, ayudaran a las familias a conciliar su situación familiar y laboral, y no supusieran una carga tan extrema de trabajo para nosotros mismos. Ahí empezó el cambio real.

Porque se empezaron a compartir experiencias y recursos. Porque se introdujeron herramientas y aplicaciones que, hasta entonces, muy pocos usaban y otros muchos ni siquiera conocían. Porque se impuso el sentido común y se aplicó el raciocinio. Porque conseguimos cambiar la percepción de las familias. Y aunque no todos los maestros y profesores han salido de su zona de confort, una gran mayoría del ellos ha demostrado que es posible evolucionar y propiciar un cambio metodológico que adecue las escuelas a los intereses y necesidades de nuestro alumnado. Lástima que hayamos tenido que padecer una situación tan extrema como esta para que muchos se decidan a dar paso, e incluso para otros tantos se hayan decidido, por fin, a formarse y prepararse para los nuevos tiempos.

Mi gran pregunta es, ¿qué pasará cuando volvamos a las aulas? ¿Habrá una regresión al método tradicional? ¿O las metodologías y herramientas que hemos tenido que incorporar por necesidad pasarán a formar parte habitual de nuestro repertorio? Yo espero que sea así, porque sería una lástima no aprovechar todo lo que hemos probado, las experiencias que nos llevamos...

Otra cosa muy distinta, y vuelvo al segundo párrafo, es si la administración facilitará este cambio. Porque estamos en los albores de una nueva ley educativa (¿cuántas van ya?) y mucho me temo que volverá a haber un currículo cerrado, por materias que calificar de manera estanca, y poca autonomía para que los colegios puedan desarrollar proyectos innovadores. Veremos si me equivoco (ojalá sea así).



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martes, 21 de enero de 2020

UN DEBATE EDUCATIVO QUE NADA TIENE QUE VER CON EDUCACIÓN: EL PIN PARENTAL.

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¡Nueva polémica en marcha! En esta ocasión, se trata del tristemente famoso "pin parental" que se ha implantado en la Comunidad de Murcia, y que no ha tardado en tener respuesta por parte de todos los partidos políticos. Respuestas que, en la mayoría de los casos, parece que buscan participar en un concurso para ver quién dice la estupidez más grande, dicho sea de paso.

Vaya por delante que estoy en contra de esa propuesta, y eso es algo que quiero dejar claro desde el principio para que no quede ninguna duda al respecto. Pero, por otra parte, también quiero expresar mi opinión contraria a las declaraciones de la ministra en las que afirma que "los hijos no pertenecen a los padres". Con matices, pero me parece una afirmación muy desafortunada. De todos modos, eso daría para otro artículo y no quiero desviarme del tema principal que quiero hoy tratar.

En primer lugar, como docente, no puedo más que lamentar que el debate educativo, una vez más, no tenga nada que ver con educación. ¡Con la de temas interesantes que hay en este campo sobre los que debatir! ¿Cuándo veremos en los titulares de la prensa y la televisión que se hable de innovación pedagógica, de metodologías, de redes...? Todo eso es lo que nos interesa realmente a los profesionales de este sector. De todo eso es de lo que a mí me gusta leer artículos, ver debates... 

Por otra parte, constatar que, una vez más, toda esta polémica se deriva de la injerencia política en el escenario educativo. Un partido político ha tenido esta "brillante" idea, y no ha tenido ningún pudor en convertirla en ley. Me pregunto yo... ¿se habrán molestado en conocer la opinión de los maestros y profesores al respecto antes de legislar? ¿Habrán visitado diferentes centros educativos para contrastar puntos de vista variados? No he tenido oportunidad de preguntárselo a los perpetradores de esta tropelía, pero me temo mucho que la respuesta será "no".

En mi humilde opinión, esto es una desafortunada consecuencia más de la falta de un Pacto Educativo, algo que venimos demandando los docentes desde hace ya varios años. No es comprensible que haya 17 sistemas educativos diferentes en España, y sobre todo no es lógico que la educación de nuestros hijos esté a expensas de los vaivenes de unos políticos que son incapaces de ponerse de acuerdo en algo tan importante como es garantizar la estabilidad del propio sistema educativo, y que utilizan la propia educación como instrumento político para su uso y disfrute.

Por último, quiero abordar una cuestión de la que apenas se ha escrito o hablado, y que resulta crucial en toda esta polémica: la confianza de las familias en las escuelas. Todos los centros docentes tienen un proyecto educativo, en el que plasman sus líneas de actuación, sus prioridades, el estilo, el carácter propio... Cuando una familia decide matricular a su hijo en un colegio u otro, no debería hacerlo solamente por proximidad al hogar o comodidad propia, sino porque les gusta su oferta y porque esa es la educación que quieren que sus hijos reciban. Afortunadamente, hay una variedad de estilos y la oferta es amplia, por lo que si no les gusta que a sus hijos se les hable de unos determinados temas,  o se les impartan ciertas asignaturas como religión católica, tienen la opción de elegir otro centro en el que eso no forme parte del proyecto. Tan sencillo como eso. Se trata de una cuestión de CONFIANZA. Confianza en el centro. Confianza en el profesorado. Confianza en la escuela. Pero, por lo que parece, hay partidos políticos que optan por fomentar todo lo contrario. Y así nos va.


PD: Si el argumento para ello es evitar el "adoctrinamiento" de nuestros hijos, os advierto que se puede adoctrinar desde cualquier asignatura. No hace falta esperar a que nos hagan una charla de tal o cual cosa para ello. ¿Qué hacemos? ¿Dejamos a los hijos en casa? ¿Ponemos grabadoras en clase para controlar lo que dicen los maestros de nuestros hijos? ¡Venga ya!


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jueves, 2 de enero de 2020

UN LIBRO IMPRESCINDIBLE SOBRE PRODUCTIVIDAD PERSONAL


Febrero de 2014. Es es la fecha exacta en la que el método GTD irrumpió en mi vida. Y lo hizo para quedarse.

En aquel momento ya escribí un post en este mismo blog hablando de cómo había descubierto el método y de qué manera lo estaba implantando. Ahora, pasados 5 años, y con los lógicos altibajos que todo sistema de organización personal tiene, he creído conveniente darle una nueva vuelta de tuerca al tema. Analizar cómo funciona, refrescar el sistema, realizar los ajustes necesarios y darle un impulso a mi vida, en general.

Todo viene motivado por la lectura de otro libro sobre el método GTD. En este caso se trata de la obra que ilustra la entrada: "Productividad personal: aprende a liberarte del estrés con GTD", de José Miguel Bolívar. La he terminado durante las Navidades recientes y debo decir que ha sido toda una revelación, al tiempo que una motivación para revisar y mejorar mi sistema de productividad personal.  

Debo confesar que estaba bastante orgulloso de mi organización, pero la lectura atenta y con la mente abierta de la obra de José Miguel Bolívar, me obliga a reconocer que podía mejorar en muchas cosas. Ahora estoy aplicando a rajatabla (o casi, porque siempre habrá hábitos que todavía no tengo del todo logrados) el método GTD. Respecto al texto de Bolívar, en mi opinión supone un apéndice muy necesario al libro original de David Allen. Se trata de un libro con propuestas muy concretas, que va directo al grano, cuyo autor nos habla desde su propia experiencia y propone acciones claras para aplicar correctamente lo que plantea el método. Incluso puntualiza (nunca corrige o intenta mejorar) algunas de las propuestas iniciales que en la obra de Allen quedaban un poco ambiguas. Todo eso, además, desde la perspectiva que da el tiempo y la adaptación necesaria a los cambios propios de los tiempos. Un libro excelente, de principio a fin.

He sentido curiosidad por releer aquello que escribí tras la lectura del libro de David Allen. No voy a caer en el  mismo error que cometí en el post que publiqué hace ya casi 5 años. No voy a hacer aquí ningún resumen rápido de los contenidos. Con el tiempo que ha pasado, mi experiencia personal implantando GTD en mi vida y la actual lectura del libro de José Miguel Bolívar, veo que aquella entrada está llena de errores e imprecisiones. Tampoco voy a escribir acerca de las propuestas que realiza el autor. Simplemente, os recomiendo que lo leáis. Da igual si habéis leído la obra de David Allen o no, aunque yo personalmente, os sugiero que lo hagáis, y además en ese orden: primero Allen, y luego Bolívar. A mí me está funcionando muy bien el método y estoy cada vez más motivado para seguir leyendo y aprendiendo sobre GTD. Si lo hacéis y lo hacéis bien, seguro que no os arrepentiréis.


PD: Y para profundizar más en el tema, me he unido a un grupo de Telegram. "Aprendiendo GTD", creado por Luis Sánchez Blasco, Manolo Molero y Sergio Pantiga, en el que está el propio José Miguel Bolívar, y que cuenta ya con más de 800 miembros.


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viernes, 15 de noviembre de 2019

PERO... ¿DE QUÉ OS QUEJÁIS?

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"De ninguna manera puede decirse que el derecho de los padres a escoger una enseñanza religiosa o a elegir centro educativo podrían ser parte de la libertad de enseñanza. Esos hechos de elegir centro formarán parte del haz de derechos que puedan tener los padres, madres, en las condiciones legales que se determinen pero no son emanación estricta de la libertad reconocida en el artículo 27 de la Constitución".

Con estas palabras, la ministra de educación (todavía en funciones) Isabel Celáa, desató un tsunami de críticas en prensa, redes sociales y diversos medios a lo largo de todo el día. No voy a entrar a valorarlas en esta reflexión, aunque tengo que reconocerle que hay que tener "narices" para soltar semejante perla en el contexto en el que lo hizo.

Voy a enfocar esta reflexión desde otro punto de vista. Como todos los que me seguís y leéis mis entradas de este blog, soy maestro, precisamente, en una escuela concertada. Y el ataque que estamos sufriendo por parte de ciertos partidos políticos no es nuevo. Vamos, que no puede pillarnos por sorpresa.

Cuando he llegado hoy a trabajar, en el hall de entrada, la indignación era palpable. Y lo mismo ha sucedido en la sala de profesores durante la hora del recreo. Mis compañeros, lógicamente, están preocupados por el futuro que nos espera, por las decisiones que puedan tomar nuestros gobernantes y que pueden llegar a poner en peligro nuestros puestos de trabajo. Y aquí es donde viene mi pregunta... ¿es que no se habían leído el programa de todos los partidos antes de ir a votar en las elecciones? Porque a mí no me cuadran los números...

Obviamente, no voy a decir yo aquí a quién deberíamos haber votado y a quién no. Nada más lejos de mi intención. Pero, si trabajas en un centro concertado y has votado al PSOE, ahora te toca apechugar. Y exactamente lo mismo si has votado a Compromís o a Unidas Podemos. 

Yo concibo la política como un servicio para hacer más cómoda la vida de los ciudadanos. En mi caso, además, como un medio para defender mi puesto de trabajo, mi modo de vida, lo que me da sustento y mantiene a mi familia. Por lo que parece, tengo compañeros, tanto en mi propio centro como en otras muchas escuelas concertadas, que no lo ven así. Priorizan otros aspectos como la defensa de la lengua o vete tú a saber qué otras cuestiones. Perfecto. Son muy libres de hacerlo. 

Pero ahora... ¿de que os quejáis?

PD: es posible que algunos compañeros entiendan este artículo como una crítica indignada a su opción política. Podéis estar tranquilos. Lo habéis entendido bien.


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viernes, 5 de julio de 2019

COLORÍN, COLORADO, ESTE CURSO SE HA ACABADO... (afortunadamente)


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Todos los años, a estas alturas, suelo echar la vista atrás para poder observar lo que ha sucedido en el curso recién terminado y hacer balance del mismo. Suelo hacerlo con espíritu autocrítico, analizando mi práctica docente y con intención de mejorar paulatinamente. Pues bien, confieso que este año me ha costado bastante más que en anteriores ocasiones.

Porque este ha sido, sin duda, el curso más complicado que he vivido en mis casi 20 años de experiencia como maestro. Se han dado un cúmulo de situaciones que me han desbordado casi desde el primer mes de clase. No he sabido afrontar las dificultades que me surgían en el camino, y cada obstáculo que se me aparecía me resultaba más insalvable que el anterior. Me he sentido impotente, incapaz de superar los retos que me exigen el día a día y muy frustrado por no estar a la altura de lo que merecía un grupo de alumnos que han aguantado maravillosamente mi mala praxis.

No estoy nada satisfecho de este curso que termina, como podéis ver. Y no echo la culpa de ello a nadie más que a mí mismo. No sería justo. Durante este curso me he convertido en un maestro vulgar y corriente, ordinario hasta el aburrimiento, cumplidor con lo mínimo que se me podía exigir, pero  sin entusiasmo, sin iniciativas, desmotivado... y, como podéis imaginar, es algo que aborrezco. 

He cumplido con lo programado, he enseñado lo que se presuponía que estaba señalado en el currículum, he ayudado a mis alumnos en lo que he podido... pero eso no es suficiente para mí. Una de las tareas que realizamos sistemáticamente los maestros es poner notas. Si tuviera que ponerme una nota a mí mismo valorando mi trabajo del curso pasado esta sería, claramente, un suspenso. 

Con todo, no puedo dejar de señalar algunos aspectos positivos que destacar del curso. En primer lugar, el excelente acompañamiento que he tenido por parte del centro en todo momento. Especialmente mi compañero de fatigas, Javi, con quien tenía que trabajar codo con codo, y que ha sabido tirar del carro y aguantar mi poca actividad. Y siempre de buen humor y relativizando. Posiblemente, si no hubiera sido por él, yo no hubiera terminado el curso, sino que habría necesitado una temporadita de descanso para recuperarme a nivel mental. Si lees esto, gracias, amigo.

El segundo aspecto positivo que me gustaría destacar es el haber tenido la posibilidad de trabajar con un alumno diagnosticado de autismo. Reconozco que el verano pasado me creaba mucha inseguridad y tenía muchas dudas, pero ha resultado de lo más gratificante del curso. Yo no sé si le he podido enseñar muchas cosas, pero él ha sido un auténtico descubrimiento para mí. Sé que él no leerá esto, pero tal vez sí lo haga su familia, a quien también estaré eternamente agradecido por la confianza que me han dado y el apoyo que he sentido en todo momento.

Y, por último, como no, a esos 26 "pequeñajos" que me han soportado e incluso me atrevería a decir que me han querido durante este curso. Mi trabajo se apoya en ellos, los necesito como el aire que respiro, porque... ¿qué sería de nosotros sin nuestros alumnos? Aunque pequeños de estatura, son muy, pero que muy grandes. 

Lo bueno de que termine algo (especialmente cuando más necesitas que lo haga) es que otro proyecto se acerca. En este caso, y todavía antes de las vacaciones, puedo asegurar que volveré con más ganas que nunca. Porque necesito demostrar qué clase de maestro soy, que sigo teniendo intacta mi vocación, que adoro mi trabajo y que soy capaz de hacer muchas más cosas de las que he hecho durante este curso. No a los alumnos, ni a sus familias. Ni siquiera a mis compañeros o a la dirección del centro. Necesito demostrármelo a mí mismo. 

Y lo haré, que nadie lo dude. Felices vacaciones a todos.