"De ninguna manera puede decirse que el derecho de los padres a escoger una enseñanza religiosa o a elegir centro educativo podrían ser parte de la libertad de enseñanza. Esos hechos de elegir centro formarán parte del haz de derechos que puedan tener los padres, madres, en las condiciones legales que se determinen pero no son emanación estricta de la libertad reconocida en el artículo 27 de la Constitución".
Con estas palabras, la ministra de educación (todavía en funciones) Isabel Celáa, desató un tsunami de críticas en prensa, redes sociales y diversos medios a lo largo de todo el día. No voy a entrar a valorarlas en esta reflexión, aunque tengo que reconocerle que hay que tener "narices" para soltar semejante perla en el contexto en el que lo hizo.
Voy a enfocar esta reflexión desde otro punto de vista. Como todos los que me seguís y leéis mis entradas de este blog, soy maestro, precisamente, en una escuela concertada. Y el ataque que estamos sufriendo por parte de ciertos partidos políticos no es nuevo. Vamos, que no puede pillarnos por sorpresa.
Cuando he llegado hoy a trabajar, en el hall de entrada, la indignación era palpable. Y lo mismo ha sucedido en la sala de profesores durante la hora del recreo. Mis compañeros, lógicamente, están preocupados por el futuro que nos espera, por las decisiones que puedan tomar nuestros gobernantes y que pueden llegar a poner en peligro nuestros puestos de trabajo. Y aquí es donde viene mi pregunta... ¿es que no se habían leído el programa de todos los partidos antes de ir a votar en las elecciones? Porque a mí no me cuadran los números...
Obviamente, no voy a decir yo aquí a quién deberíamos haber votado y a quién no. Nada más lejos de mi intención. Pero, si trabajas en un centro concertado y has votado al PSOE, ahora te toca apechugar. Y exactamente lo mismo si has votado a Compromís o a Unidas Podemos.
Yo concibo la política como un servicio para hacer más cómoda la vida de los ciudadanos. En mi caso, además, como un medio para defender mi puesto de trabajo, mi modo de vida, lo que me da sustento y mantiene a mi familia. Por lo que parece, tengo compañeros, tanto en mi propio centro como en otras muchas escuelas concertadas, que no lo ven así. Priorizan otros aspectos como la defensa de la lengua o vete tú a saber qué otras cuestiones. Perfecto. Son muy libres de hacerlo.
Pero ahora... ¿de que os quejáis?
PD: es posible que algunos compañeros entiendan este artículo como una crítica indignada a su opción política. Podéis estar tranquilos. Lo habéis entendido bien.
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