Suele ocurrir en este país (no sé si sucederá igual en otras partes del mundo) que, al menos una vez cada tres años, cuando se publican los resultados de las pruebas PISA, la educación se convierte inmediatamente en "trending topic". Estos días las redes sociales están rebosantes de valoraciones sobre la cuestión, todo el mundo se reencarna por unos días en experto analista de sistemas educativos e incluso, los más audaces, aportan soluciones y remedios infalibles para que España escale posiciones y se convierta en líder indiscutible en el sector.
Los políticos de todos los partidos también ofrecen, sin ningún pudor, su particular visión. Obviamente, para unos los resultados obtenidos son un marcador inequívoco de éxito en la aplicación de las leyes promulgadas por ellos mismos; para otros, en cambio, esos mismos números representan un fracaso y la confirmación de un apocalisis que ellos ya previeron tan pronto como tuvieron acceso al primer borrador en papel de la futura legislación, sin necesidad siquiera de que se aplicara. Primera conclusión al informe: según el posicionamiento ideológico de cada cual, la botella se ve medio llena o media vacía. Como profesional de la docencia, a mí estos resultados me dicen más bien poco. Y me pregunto... ¿porqué no miramos más allá de la botella en vez de centrarnos únicamente en su contenido?
Es indudable que sí hay un par de conclusiones que podemos obtener directamente del informe, y que deberían resultar significativas para los responsables políticos: la primera es que, a partir de un determinado umbral, una mayor inversión económica no garantiza mejores resultados. Ahí tenemos el ejemplo de Estonia, que con menor gasto en educación que nosotros, obtiene unas mejores calificaciones. Segunda conclusión: nuestro país no tiene un sistema educativo homogéneo para todo el estado y, en consecuencia, podemos observar una importante brecha entre comunidades. Dicho esto, no creo que un análisis de los resultados más profundo por mi parte vaya a aportar nada nuevo a todo lo que ya se ha escrito en todos y cada uno de los medios de comunicación nacionales, sin excepción. Así pues, como ya he dicho anteriormente, voy a ver qué hay detrás de la botella para intentar ofrecer otro punto de vista al debate.
En primer lugar, ¿alguien se ha preocupado en saber cómo se hacen las pruebas PISA? Según se explica en la web de la propia OCDE, "los exámenes utilizados en el proceso de evaluación no requieren otra cosa
que papel y lápiz y cada estudiante cuenta con dos horas para responderlo.
Cada examen es una combinación de preguntas directas con una única respuesta
correcta (preguntas que sólo admiten algunas palabras o algunas frases breves por
respuesta, o que ofrecen múltiples opciones para que el alumno marque alguna
o algunas), y preguntas que requieren que los estudiantes elaboren sus propias
respuestas. Las preguntas del primer tipo sólo pueden ser correctas o incorrectas, y las del segundo tipo son de evaluación más compleja y admiten respuestas
parcialmente correctas".
Resumiendo, un examen escrito que se realiza un único día y con tiempo limitado. Si bien más adelante se informa de que "no todos los alumnos tienen el mismo examen sobre la mesa el día de la prueba;
a diferentes alumnos les tocan cuadernillos distintos", las características de la prueba, obviamente son comunes para todos. Por si alguien quiere ver un ejemplo del examen en cuestión, puede comprobarlo EN ESTE ENLACE (y, de paso, ponerse a prueba...).
Mientras los colegios de España están realizando un ímprobo esfuerzo por innovar y aplicar metodologías más acordes con nuestra época, PISA sigue realizando un examen tradicional, más propio de la época escolástica. Mientras que nuestros centros invierten en tecnologías digitales y su aplicación didáctica, PISA utiliza para su evaluación un examen para el que solamente se requiere papel y lápiz. Mientras que las escuelas de nuestro país forman a los docentes para incorporar las inteligencias múltiples, potenciando todas las capacidades del alumnado y dando posibilidades de éxito a todos y cada uno de ellos, PISA evalúa la lectura, las matemáticas y las ciencias; es decir, las disciplinas tradicionales. Mientras que los colegios incorporan la evaluación continua y sumativa, PISA realiza sus pruebas en un único día, común para todos. Mientras que los profesores "sudan sangre" para incorporar las competencias clave y los estándares de aprendizaje a su día a día, PISA realiza preguntas directas con una única respuesta correcta. Y, por supuesto, PISA no se preocupa para nada del trabajo en equipo, aprendizaje cooperativo, educación en valores, etc...
Siendo consciente de todos estos factores, a la hora de extraer una conclusiones sobre el estado de la educación en nuestro país, basarme en la frialdad de unos números, obtenidos de una forma que está muy separada de la forma de trabajar de la muchas de las escuelas en las que se aplican, me parece una frivolidad y, para mí, no tienen apenas valor.
Que hay que mejorar la educación en España es innegable, pero no porque lo digan unos números que, como ya hemos visto, han sido obtenidos con un método tradicional muy poco significativo. Tampoco porque en la comparativa con otros países salgamos peor que ellos, pues no se tiene en cuenta las características propias de cada uno de ellos (España no es Finlandia, lo siento, y no seremos nunca). Si realmente nos preocupa la educación de nuestros hijos, preocupémonos más porque salga adelante el tan necesario pacto nacional por la educación. Reforcemos la autoridad del profesorado y demos prestigio a la profesión procurando reclutar a los mejores alumnos (en eso sí que podríamos imitar a Finlandia). Mejoremos la formación inicial del profesorado y potenciemos la formación permanente. Terminemos con una guerra fratricida inútil entre la escuela pública y la concertada, luchemos por una educación de calidad para todos...
En fin, que hay tantas cosas tan importantes por hacer, que discutir sobre los resultados de un informe que se realiza cada tres años me parece una absoluta pérdida de tiempo.
En fin, que hay tantas cosas tan importantes por hacer, que discutir sobre los resultados de un informe que se realiza cada tres años me parece una absoluta pérdida de tiempo.
PISA 2015: ¿BOTELLA MEDIO LLENA O MEDIO VACÍA? by Enrique Peidro is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional License.