La Consejería de Educación de la Comunidad Valenciana ha anunciado recientemente su propuesta de "arreglo" escolar, la cual comporta el cierre de varias líneas en colegios concertados y la apertura de nuevas en públicos. Este anuncio se ha producido prácticamente en paralelo con la publicación del calendario de matriculación, con lo que se ha abierto la caja de Pandora.
Sin embargo, la intención de este post no es entrar a valorar las reacciones y manifestaciones de nadie, ni tan solo dejar mi opinión al respecto. Escribo aquí para expresar lo que siento ante esta situación.
Y lo que siento es pena. Una pena muy grande al ver a un colectivo, el de maestros y profesores, dividido y enfrentado. Pena por leer en las redes sociales comentarios llenos de odio y rencor por parte de los docentes de un sector hacia el otro. Pena al comprobar cómo el debate educativo ha desaparecido para dar paso a una discusión con un claro acento ideológico. Pena al comprobar cómo la educación se ha politizado hasta tal punto que los argumentos para defender o rebatir una decisión determinada se basan exclusivamente en prejuicios, la mayoría de las veces falsos y manipulados por los medios de comunicación y los políticos que les dictan sus líneas editoriales. Pena, en fin, por ver que esto va a peor, que no existe consenso ni voluntad firme por unirse y luchar juntos en pos de una mejora de la calidad de nuestro sistema educativo.
Siento también una honda desesperanza al ver cómo, intentos tan loables como el del filósofo José Antonio Marina a través de su página web "El pacto educativo" están abocados al fracaso antes incluso de ver la luz por culpa, precisamente, de este tipo de actitudes. Desencanto por ver cómo la educación se ha convertido en un arma electoral y política en todos los casos, excepto en el de Ciudadanos, único partido al que he visto una voluntad firme, seria y comprometida, con propuestas reales y factibles de promover un Pacto Nacional por la Educación...
Pero, al mismo tiempo que escribo estas líneas, tengo una esperanza. Sueño con que este post sea leído por muchos docentes, profesionales tanto de la enseñanza pública como concertada. Que se convierta en uno de esos fenómenos virales que, de tanto en tanto , aparecen en Internet. Y que remueva las conciencias de todos ellos. Y no solamente de los maestros y profesores que lo lean, sino también de otras personas que, sin dedicarse específicamente a esto de la enseñanza, también se ven afectados por este clima de crispación y enfrentamiento: padres, madres, familiares...
* Procedencia de la imagen
En fin, posiblemente sea un iluso. Pero pido hoy un esfuerzo por parte de todos por unirse, comprometerse con la mejora de la educación en nuestro país y olvidarse de rencillas del pasado y posicionamientos ideológicos que no conducen a nada bueno. Supongo que no lo conseguiré. Pero no me rendiré. De un modo u otro, seguiré intentándolo.
Y lo que siento es pena. Una pena muy grande al ver a un colectivo, el de maestros y profesores, dividido y enfrentado. Pena por leer en las redes sociales comentarios llenos de odio y rencor por parte de los docentes de un sector hacia el otro. Pena al comprobar cómo el debate educativo ha desaparecido para dar paso a una discusión con un claro acento ideológico. Pena al comprobar cómo la educación se ha politizado hasta tal punto que los argumentos para defender o rebatir una decisión determinada se basan exclusivamente en prejuicios, la mayoría de las veces falsos y manipulados por los medios de comunicación y los políticos que les dictan sus líneas editoriales. Pena, en fin, por ver que esto va a peor, que no existe consenso ni voluntad firme por unirse y luchar juntos en pos de una mejora de la calidad de nuestro sistema educativo.
Siento también una honda desesperanza al ver cómo, intentos tan loables como el del filósofo José Antonio Marina a través de su página web "El pacto educativo" están abocados al fracaso antes incluso de ver la luz por culpa, precisamente, de este tipo de actitudes. Desencanto por ver cómo la educación se ha convertido en un arma electoral y política en todos los casos, excepto en el de Ciudadanos, único partido al que he visto una voluntad firme, seria y comprometida, con propuestas reales y factibles de promover un Pacto Nacional por la Educación...
Pero, al mismo tiempo que escribo estas líneas, tengo una esperanza. Sueño con que este post sea leído por muchos docentes, profesionales tanto de la enseñanza pública como concertada. Que se convierta en uno de esos fenómenos virales que, de tanto en tanto , aparecen en Internet. Y que remueva las conciencias de todos ellos. Y no solamente de los maestros y profesores que lo lean, sino también de otras personas que, sin dedicarse específicamente a esto de la enseñanza, también se ven afectados por este clima de crispación y enfrentamiento: padres, madres, familiares...
* Procedencia de la imagen
En fin, posiblemente sea un iluso. Pero pido hoy un esfuerzo por parte de todos por unirse, comprometerse con la mejora de la educación en nuestro país y olvidarse de rencillas del pasado y posicionamientos ideológicos que no conducen a nada bueno. Supongo que no lo conseguiré. Pero no me rendiré. De un modo u otro, seguiré intentándolo.
Una llamada desesperada al entendimiento by Enrique Peidro is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional License.