El propio título de este post, un guiño a la celebérrima novela del escritor colombiano Gabriel García Márquez, ya anticipa lo que fue este reencuentro: una jornada marcada por un claro matiz cultural. Los maestros somos así y no lo podemos evitar: supuramos cultura por todos los poros de nuestra piel.
El sábado, 5 de marzo de 2016, un grupo de compañeros de la escuela de Magisterio de la Universidad de Alicante (promoción 1999) nos reencontramos más de 15 años después de terminar nuestro periplo como estudiantes e iniciar nuestra carrera docente. El mercado central de la propia ciudad de Alicante fue el marco elegido para el momento más esperado por todos. Allí fuimos acudiendo puntualmente, saludándonos afablemente y con grandes expectativas con respecto a lo que nos esperaba. Un par de botellines de agua mineral (sin gas) fueron la bebida elegida para recibir a los compañeros. No podía ser de otra forma. Los maestros somos coherentes con lo que promulgamos en nuestras tutorías, a sabiendas que somos un ejemplo para todos nuestros alumnos.
A partir de ahí nos reunimos en un humilde restaurante, acorde con nuestro modo de ser, donde, mientras degustábamos un aperitivo frugal, compartíamos anécdotas y recuerdos de nuestro paso por la facultad. Grandes momentos juntos, situaciones divertidas y otras que no lo fueron tanto en su momento (¡ese tallarín, que se mueve por aquí...!). Todo ello siempre regado por unas buenas botellas de agua mineral (sin gas), ya que nadie quería que su mente se viera nublada por bebidas poco apropiadas para nuestro rango y prestigio. Recordamos algunas de las muchas y muy útiles asignaturas que habíamos estudiado en nuestra carrera: teorías e instituciones contemporáneas de la educación, matemáticas y su didáctica, música, plástica, didáctica general... ¡Qué sería de nosotros sin todo lo que aprendimos en aquellas aulas! Y, de paso, también recordamos a muchos de los excelentes profesionales de la docencia universitaria con los que tuvimos la suerte de aprender. No voy a nombrarles aquí por que considero que soy digno ni siquiera de ello. En todo caso, y por encima de todos ellos, destacábamos a nuestra excelente profesora de inglés comunicativo, sus cigarillos mentolados, sus equilibrios imposibles para aguantar la ceniza y que no cayera al suelo, sus exámenes perfectamente preparados, su "pasión" por nuestro compañero Paco Alzamora... (oh, my darling, oh my darling Clementine...). También disfrutamos mucho recordando otros momentos memorables como los vividos con nuestro profesor de sociología y sus apuntes encontrados en la mismísima Atapuerca. ¡Qué recuerdos! ¡Qué nostalgia!
La jornada siguió con la visita a diversas instituciones referentes de la cultura de la capital alicantina. Tuvimos ocasión de lucir también nuestras dotes artísticas, ya que los maestros, como personas polifacéticas, también somos excelentes bailarines (unos mejores que otros, bien es cierto). Que gran momento el vivido cuando entramos a uno de esos templos de la cultura provincial y el encargado de la animación cultural (también llamado DJ en jerga popular) decidió cambiar la música disco con la que amenizaba la tarde para poner algo que consideraba más apropiado con nuestra experiencia en la vida:
Fue una gran alegría reencontranos los que pudimos hacerlo. Pero también es justo confesar que echamos mucho de menos a otros tantos que, por motivos personales, no pudieron hacerlo: Juanjo, Elvira, Alicia, Natalia, Camino (y otros muchos, pero no los puedo nombrar a todos). Por ellos, y por las maravillosas horas que pasamos juntos, acordamos que ésta no tenía que ser la última vez. Que ha merecido la pena y que lo tenemos que repetir. En otro sitio, tal vez. En otro año, por supuesto. Sea donde sea, y cuando pueda ser, pero lo tenemos que repetir.
No quiero terminar este post sin agradeceros a todos el haber hecho posible una tarde que recordaré durante mucho tiempo. GRACIAS, COMPAÑEROS. Disfruté mucho, fue muy divertido y reconfortante ver qué bien pasa el tiempo por todos vosotros. Seguiremos en contacto, porque tengo la esperanza que lo de este sábado pasado fuera el comienzo de algo que perdurará muchas años.
PD: Espero vuestros comentarios en este mismo artículo, pero, sobre todo, el de ELENA POVEDA.
Coincido plenamente contigo, Enrique. Fue una jornada inolvidable en la que habíamos puesto grandes expectativas (y se cumplieron) y afrontábamos con mucha ilusión. Faltó gente a la que echamos de menos como bien dices, pero fue muy agradable compartir con los que estaban recuerdos y experiencias entre botellín y botellín de agua. Lo mejor, el recuerdo del tallarín, que ya había olvidado (menudo trauma), y que me hiciste recordar. Espero que no tardemos quince años más en vernos.
ResponderEliminarA pesar de no haber estado presente en dicho encuentro me he alegrado por todos y todas que allí estuvieron. Ha sido bonito que se haya podido organizar un evento como éste y recordar viejos tiempos.
ResponderEliminarAun así, el hecho de haber vivido "en streaming" la quedada, ha sido gratificante para mi. Espero que hayan más veces como ésta.
Vuelvo a escribirlo!! Lo dicho,me han gustado mucho tus palabras,me he emocionado al leerlo!! Ha sido un reencuentro muy bonito y en mi caso hasta me ha servido para redescubrir a personas con las que desgraciadamente no tuve mucho contacto. Espero que éste haya sido el primer reencuentro de muchos màs! Saludos,camaradas.
ResponderEliminarEnrique, eres un cachondo y da por hecho que esto se repetirá. Aaaaardo en deseos de compartir más agua sin gas con vosotr@s!!!
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