martes, 26 de mayo de 2020

EDUCOVID (educación en tiempos de confinamiento)

                                                 * Procedencia de la imagen

Hace semanas que quiero escribir esta entrada, pero por varios motivos (fundamentalmente, falta de tiempo por acumulación de otras tareas), hasta ahora no había podido hacerlo. Es cierto que ya se ha escrito mucho acerca de lo que ha supuesto para el sistema educativo el confinamiento y la educación a distancia, así que no sé si seré capaz de aportar nada nuevo, más allá de mi experiencia y punto de vista personal.

Empezaré por hablar de la administración. Como siempre, en su línea. En ningún momento han estado a la altura de las circunstancias. Reaccionaron tarde y mal. Las instrucciones no llegaban y cuando lo han hecho tampoco han servido para resolver las muchas incertidumbres en las que nos encontramos los docentes y los centros educativos. Medias tintas, ambigüedades, falta de concreción... y mucho delegar decisiones trascendentales en los colegios. ¿Sorprendido por ello? Pues la verdad, son demasiados años ya decepcionado con las administraciones educativas, sean del color político que sean, y del ámbito que sean (nacional o autonómico). Así que, francamente, no tenía ninguna esperanza en ellos.

En lo que respecta a los colegios, en general, y al profesorado, en particular, siendo sinceros hay que reconocer que la mayoría no estábamos preparados para un desafío tan grande. Y nos llevó un tiempo adaptarnos a la nueva realidad. Los primeros momentos estuvieron marcados por un exceso de tareas, falta de flexibilidad en la propuesta de trabajo que mandábamos a las familias y una manifiesta resistencia a abandonar (¡a pesar de la necesidad de educar a distancia!) el libro de texto y la clase magistral.

Poco a poco nos dimos cuenta de que teníamos ante nosotros una gran oportunidad para explorar nuevas posibilidades, realizar propuestas diferentes que resultaran más motivadoras para el alumnado, ayudaran a las familias a conciliar su situación familiar y laboral, y no supusieran una carga tan extrema de trabajo para nosotros mismos. Ahí empezó el cambio real.

Porque se empezaron a compartir experiencias y recursos. Porque se introdujeron herramientas y aplicaciones que, hasta entonces, muy pocos usaban y otros muchos ni siquiera conocían. Porque se impuso el sentido común y se aplicó el raciocinio. Porque conseguimos cambiar la percepción de las familias. Y aunque no todos los maestros y profesores han salido de su zona de confort, una gran mayoría del ellos ha demostrado que es posible evolucionar y propiciar un cambio metodológico que adecue las escuelas a los intereses y necesidades de nuestro alumnado. Lástima que hayamos tenido que padecer una situación tan extrema como esta para que muchos se decidan a dar paso, e incluso para otros tantos se hayan decidido, por fin, a formarse y prepararse para los nuevos tiempos.

Mi gran pregunta es, ¿qué pasará cuando volvamos a las aulas? ¿Habrá una regresión al método tradicional? ¿O las metodologías y herramientas que hemos tenido que incorporar por necesidad pasarán a formar parte habitual de nuestro repertorio? Yo espero que sea así, porque sería una lástima no aprovechar todo lo que hemos probado, las experiencias que nos llevamos...

Otra cosa muy distinta, y vuelvo al segundo párrafo, es si la administración facilitará este cambio. Porque estamos en los albores de una nueva ley educativa (¿cuántas van ya?) y mucho me temo que volverá a haber un currículo cerrado, por materias que calificar de manera estanca, y poca autonomía para que los colegios puedan desarrollar proyectos innovadores. Veremos si me equivoco (ojalá sea así).



Licencia de Creative Commons
EDUCOVID (educación en tiempos de confinamiento) by @epeidro is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional License.